Aunque no sepamos más del 11-M de lo que sabíamos el primer día: 200 víctimas en un atentado, sí es posible conocer mejor los efectos explosivos del ácido bórico, que podrían acabar no sólo con la candidatura de Garzón a la alcaldía de Madrid, sino con una parte de su fama de juez a quien el ácido bórico le llevó a perder el oremus en una instrucción para la que no tenía competencia. Que el mundo está al revés en el 11-M lo muestra el afán de los responsables del Gobierno en aquel día en que se investigue lo que sucedió delante de sus ojos sin que llegaran a enterarse, mientras que la oposición de entonces, que gobierna ahora, se retuerce ante la idea de seguir investigando hasta que se sepa algo más de lo mucho que se ignora.
Además, el presidente ningunea a las víctimas, ni las cita en el discurso de los peligros de la extrema derecha frente a los beneficios de la derecha, en el acto de presentación de las candidaturas de su partido para Madrid, teniendo en cuenta que el atentado fue en Madrid, cuando gobernaba la derecha, la extrema y la otra, con mayoría absoluta, en las dos cámaras y en la Comunidad de Madrid, mientras que él no gobernaba, ni Simancas tampoco. Y sin embargo, ni se acuerda de las víctimas, ni siquiera como posibles votantes agradecidos por la solución que haya dado su gobierno al asunto más grave que se encontró cuando tomó posesión. Ni en Irak ni en ninguna parte ha habido 200 víctimas como en Madrid. El ácido bórico le está haciendo perder la sesera a mucha más gente que a Garzón: ¿por qué no piensan que el 11-M es lo más importante que ha pasado y que la legislatura es un puro mariconeo si no consigue que se sepa la verdad?
Publicado en el diario LA GACETA DE LOS NEGOCIOS el martes 3 de octubre de 2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente su contenido.